Viviendo bajo la sombra del pasado


Erase una vez un pastorcillo que cuidaba ovejas y como un día estaba aburrido empezó a gritar:   – El Looobo!!!!  Se come  a las ovejas!!!!. La gente al escuchar los gritos acudieron a su ayuda, pero cuando la gente llegó el pastorcillo se echó a reír porque los había engañado. Otro día estaba el Pastorcillo nuevamente aburrido empezó a gritar:  – El Looobo!!!!  Se come  a las ovejas!!!! Y una vez más la gente llegó y el se carcajeaba porque los había engañado. Otro día estaba aburrido, casi dormido, cuando de los arbustos salió el lobo  y el empezó a gritar: El Looobo!!!!  Se come  a las ovejas!!!! Y como era de esperarse nadie acudió a su auxilio porque creían que era una broma. El lobo se comió las ovejas y se lo comió a él. Lo escribí para aquellas generaciones que no tuvieron la oportunidad que su abuela se los contara.

Cuantas veces el pasado nos ha acobijado y nos hace  que parezca como si estamos mintiendo, un poquito de irresponsabilidad, una mentira, indiferencia, infidelidad, deslealtad. Cualquiera que sea la manera en la cual fallamos, es una marca que nos queda para toda la vida. Parecemos un pastorcillo mentiroso que grita por auxilio cuando los demás creen que es una mentira.

Que sucede cuando en realidad has decidido cambiar y hacer las cosas  de la manera correcta, esperas que haya un incentivo o una palabra de aprobación por lo la decisión tomada. Pero al contrario, la gente  te ve como siempre. Creen que todo lo  que haces es basado en los principios que te llevaron al  fracaso en tu vida. No hay incentivos, hay críticas y miedo en los demás de confiar en ti de nuevo.

Todos en la vida alguna vez hemos buscado probación, pero en este caso lo único que debemos entender es que existe una ley que es la siembra y la cosecha. Esta es una ley que obedece a nuestra  actitud en la vida, todo se revierte en algún espacio del camino. Y recibimos la paga de lo que hicimos.

Con esto no quiero decir que si nos equivocamos en algo merecemos el castigo eterno, sino que, al arrepentirnos y cambiar de actitud todo a nuestro alrededor cambia;  no obstante, las consecuencias continúan martillándonos día con día: un joven que decidió manejar en estado de embriagues y esta confinado a una silla de ruedas; aquel que tomo una soga y se la puso en el cuello quizá se salve pero la ausencia de oxígeno en el cerebro le causa problemas; aquella joven que tomo a bien abortar; aquel que por un momento de placer obtuvo el VIH; aquel que simplemente no pensó en las consecuencias y actuó; la infidelidad en el matrimonio. Cualquiera que sea el punto en el cual gritamos y nos burlamos de los demás; ahora nos recuerda que estamos bajo la sombra del pasado.

Pero el punto es que cambiemos esta manera de pensar, todos podemos equivocarnos y si nos hemos arrepentido de verdad y cambiado nuestra actitud estamos listos para recibir lo mejor de la vida. No podemos colocarnos en el nivel en el cual no merecemos nada y creer que la aprobación de los demás es una señal que las cosas están bien. Si tu estás seguro, Camina, sigue las intenciones nuevas de tu corazón, lucha por lo que sabes que tiene que cambiar, solo mantente no desistas. Esta vida está llena de segundas oportunidades y tu eres candidato a recibirla.

Es el momento de acobijarnos bajo la sombra del amor, del éxito, del perdón, de la familia, de Dios. Es momento de ver hacia adelante, sobrellevar las consecuencias de la manera correcta y no dejar que ellas nos hundan una vez más. Recuerdo un adagio que dice: “Lo que hacemos no define lo que somos, sino lo que somos define lo que hacemos”. Todo cambiará!!!! Seguro que cambiará!!!!! Solamente mantente firme en tu decisión.

12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 1Cor. 13:12-14